EL ATRAPASUEÑOS
reescrito por
NOELIA DUNNE
Hace muchos años, cuando el mundo era joven, un viejo y sabio indio norteamericano emprendió un viaje hacia las montañas, más allá de su país de origen. Cargó con lo justo y necesario, ya que su viejo y desgastado esqueleto no podía soportar más peso.
Caminó día tras día sin mostrar señal alguna de fatiga ni de agotamiento. Sus fuerzas provenían del manantial eterno de su mente. Se dice que anduvo, sin apenas descansar, durante veinticinco días.
Al cabo de ese tiempo, localizó un peñasco, se encaramó sobre él y contempló la puesta de sol. Sorprendido por el fenómeno milagroso de la naturaleza, descendió del peñasco y continuó su caminata, hinchado de energía, durante cincuenta y siete días más.
Mientras caminaba, le maravilló la altura inmensa de una montaña y creyó oportuno buscar en sus alrededores un lugar abrigado para dormir. Descubrió una cueva, encendió un pequeño fuego y se acurrucó a dormir. Un estruendo proveniente del interior de la cueva le sobresaltó despertándole. Sentado sobre una esterilla, tuvo una visión: Un ser, que dijo llamarse Iktomi, se postraba ante él adoptando forma de araña. La extraña figura le dijo:
—Tranquilo, sabio Dakota, no vengo a traerte mal alguno. Llevo observándote durante todo tu viaje y me apetecía conversar contigo.
Dakota accedió a entablar una conversación con la figura. Hablaron varias horas sobre la vida y sus misterios, mientras Iktomi tejía una prodigiosa tela de araña. Cuando Iktomi terminó de tejer la tela, le dijo al anciano:
—En la vida, las cosas buenas se quedan adheridas alrededor de la tela de araña y las malas desaparecen por el agujero central.
Iktomi le ofreció la tela de araña y Dakota la aceptó agradecido. Luego continuó su viaje un poco más sabio, recordando solo los hechos positivos de su vida.
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